Pequeña historia de Nowa Huta
La construcción de este distrito se inició en el año 1949, y los motivos que llevaron a que Cracovia se transformara para siempre son tan complejos como el momento histórico lo exigía. Por un lado, tenemos una necesidad económica, la de fundar una fábrica siderúrgica que satisficiera las necesidades de la región. Esto no era una tarea pequeña, por lo cual se necesitaba un gran espacio en el que, además de la fábrica, se pudieran situar los complejos habitacionales para todos aquellos que se involucrarían en el proceso de construcción y, posteriormente, del funcionamiento de dicha industria. La otra cara de la moneda tiene que ver con la resistencia que los soviéticos encontraron en Cracovia. No hablamos aquí de resistencia armada, sino ideológica, pues Cracovia era una ciudad que se oponía a las imposiciones del nuevo régimen y recordaba las épocas de independencia que, aunque corta, había costado grandes sacrificios y dado grandes alegrías. De ahí que los comunistas no dudaran en tildarla como una ciudad reaccionaria.
Es por esto, entre otros factores, por lo que la nueva siderúrgica y la ciudadela comunista se ubicaron a las afueras de Cracovia y, en 1951, Nowa Huta se anexara como el distrito más joven de la antigua capital real de Polonia, el cual era cinco veces más grande que el Casco Antiguo de Cracovia.
Si bien los planes gubernamentales querían que esta fuera una ciudad tan atea como Stalin mismo, los pobladores nunca se sintieron de esta manera. Esto hizo que demandaran fervientemente la construcción de un templo para no tener que “viajar a Cracovia” cada domingo. De hecho, el incumplimiento de la promesa de edificación de un templo generó grandes disturbios el 27 de abril de 1960. A modo de curiosidad, la misa más famosa la ofició el entonces obispo auxiliar de la arquidiócesis de Cracovia, Karol Wojtyła.